Literatura y Psicología

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No por casualidad elijo este tema. En él uno mis dos pasiones: La literatura y la psicología. Ambas disciplinas conviven en un mundo en el que habitan las palabras, las emociones y los sentimientos; las actitudes y las pulsiones.

En el imaginario colectivo hay muchos cuentos infantiles que nos ayudaron a cruzar aquella etapa con mayor soltura: Juan si miedo, El sastrecillo valiente, El patito feo… Los cuentos de hadas tienen gran valor en la formación de la moral, la inteligencia, el desarrollo de las habilidades sociales y la empatía, entre otros aspectos emocionales.

Pero el objetivo de este escrito no es hablar de los cuentos, sino de cómo la literatura puede salvarnos, darnos un punto de vista que nos haga crecer. Y cómo la psicología, esa que algunos rechazan, niegan o, sin muchos argumentos, dicen que no creen en ella, está presente en nuestra vida, sin darnos cuenta, a través de los libros, los anuncios, las películas o las series televisivas. Seguro que conoces a Mafalda. Es un pozo inagotable de filosofía y psicología. ¿Quién no ha visto la película “Una mente maravillosa” donde se muestra la dureza de la esquizofrenia paranoide? O el Diario de Noah, ¿Te diste cuenta de que el tema era el Alzheimer? ¿Quién no ha visto alguna de las películas de Woody Allen? En todas, absolutamente en todas, podemos encontrar algún personaje con el que identificarnos por su histeria, obsesión, manías, temores… Podría seguir, este director y guionista es un gran conocedor de la psicología y dota siempre a sus personajes de conflictos neuróticos dignos del diván de un psicoanalista.

Me remito a algunos datos. Sigmund Freud (1856-1939; padre del psicoanálisis) ya subrayó en su época que la literatura advertía síntomas de la cultura. Pero antes que él, Moliere (1622-1673; dramaturgo, humorista y comediógrafo francés) y antes que este, Shakespeare (1564-1616; dramaturgo, poeta y actor inglés) nos mostraron en sus obras el padecimiento que por causa de las emociones y las pasiones podía sufrir el hombre hasta enfermar el cuerpo.

El enfermo imaginario (Moliere), obra escrita en verso, en clave de humor y sátira, está centrada en los médicos; sin embargo, es la historia de un hipocondríaco (aquel que teme a las enfermedades). Por su parte Shakespeare trató muchas de las emociones y estados psicológicos del hombre y la mujer en sus obras. Si analizamos sus tragedias encontramos que sus personajes suelen presentar síntomas físicos, conflictos psicológicos y relaciones desequilibradas. Cito tres de sus obras:

En Romeo y Julieta (historia de amor por excelencia) encontramos en la pareja protagonista los síntomas del enfrentamiento entre sus dos familias. El odio, el rencor está frente al amor y lo trágico de la relación. Desde el inicio los jóvenes enamorados están obligados a esconder su amor, lo que los llevará a tomar unas decisiones y terminar como terminan.

Hamlet, para muchos un loco, para otros un obsesivo o un enamorado que sufre (tendríamos para un debate) es la tragedia del deseo. Una obra en la que aparecen muchos conflictos psicológicos (expresados en diferentes personajes, pero incluso en el mismo protagonista). Él se finge loco para vengar la muerte de su padre, que por otro lado lo ha sumido en una profunda melancolía y sufre alucinaciones. Pero no todo el que sufre alucinaciones está loco… Por su parte, Ofelia sufre, se enferma…

Otelo, se presenta como la tragedia de la incomprensión. En ella luchan el amor puro, la pasión, el orgullo, los celos, la venganza… Sentimientos, emociones que mal elaboradas lo conducen al final trágico que todos conocemos de la obra.

Otras obras de la literatura universal subrayan estados psicológicos cercanos al conflicto o la demencia. Edipo Rey de Sófocles (en cuyo mito se basó Freud para explicar alguna de sus teorías), Medea de Eurípides (capaz de matar a sus propios hijos, en venganza, al sentirse ultrajada por su esposo), Los hermanos Karamazov de Dostoievsky (que cometen parricidio), Las heroínas dementes de las hermanas Brontë, o Madame Bovari de Gustave Flaubert, Anna Karenina de Tolstoi o La Regenta de Leopoldo Alas “Clarin”. Estas tres últimas, las más famosas adulteras de la literatura, expresan en sus cuerpos (al somatizar) el dolor de sus pasiones.

La literatura romántica no se queda exenta de esta circunstancia. Citaré algunas obras.

En primer lugar, y por el éxito cosechado, la archiconocida Cincuenta sombras de Grey de E.L.James. No hace falta que os desmenuce que sus gustos están muy relacionados con sus traumas infantiles que compensa de una manera particular. Vemos que el personaje masculino, Christian, está cargado de conflictos psicológicos y emocionales (recordemos que fue un niño maltratado) su bagaje emocional es bastante complejo: desconfiado, frío, cerrado, con un halo de tristeza y una coraza afectiva a la vez que posesivo, dominante y controlador. En cuanto a la protagonista femenina, Anastasia, está llena de inseguridades. Parece el patito feo que se convierte en precioso cisne. Ella, seducida por el magnetismo que él le produce entra en su juego, accede a sus deseos en una relación de sumisión (algunas voces dirían que es una relación patológica) y se propone salvarlo, algo que consigue con sus dotes de negociación. Pero en el fondo es el amor. Cuando el protagonista se enamora, puede, y está dispuesto a cambiar, entonces sus obsesiones y “necesidades” se van diluyendo.

Otra novela de este estilo es la trilogía: Mi hombre (Seducción, Obsesión, Confesión) de Jodi Ellen Malpas. Seguro que la conoces. Por muy interesante que nos pinte Jodi a Jessi Ward, algunas escenas me hacían pensar en la falta que le hacía al personaje un psiquiatra (y un poquito de medicación, también). Su obsesión en algunos pasajes raya lo paranoico y enfermizo. El personaje masculino también es celoso, posesivo, dominante, manipulador y está cargado de secretos. La protagonista femenina caerá en su red nada más conocerlo, la atracción la llevará a experimentar una pasión desenfrenada y querrá redimirlo. Algo que choca un poco es intentar comprender cómo ella soporta algunas cosas. Esto me hace pensar que cuando alguien está tan seducido por un otro que no anda muy bien, es que también le pasa algo. Porque a Ava hay que dale un par de tortas algunas veces. En esta novela podemos ver (igual que en 50 sombras) el daño de los conflictos no resueltos y cómo estos modelan la personalidad y la vida…

Pero bueno… Soy de las que piensan que en el amor no vale todo. Por eso cuando veo un personaje posesivo, celoso a rabiar, dominante y obsesivo pienso que hay quien puede confundir todo eso con amor. Y no, la obsesión no es amor.

En la novela romántica histórica, en muchas ocasiones, encontramos personajes que están atravesados por conflictos internos o motivaciones como la venganza y esa obsesión puede llegar a perjudicarlos mucho. Se me ocurren varias novelas en las que la venganza y el enfrentamiento por salir vencedor de una afrenta son el hilo que mueve la trama. Citaré algunas.

 Para hacer contigo lo que quiera de Raquel Mingo. Excelente texto que nos muestra la evolución del personaje que a pesar de que la venganza mueve sus intenciones hasta la obsesión, será el amor el que le permita evolucionar y salvarse.

Dos novelas de la gran Nieves Hidalgo, por ejemplo, Alma Vikinga, en la que la venganza, el odio y la codicia son su hilo argumental, su personaje protagonista acabará redimido por el amor, admirando a su Valkiria. O Brezo Blanco, donde el desagravio y el resarcimiento vuelven a ser un hilo conductor, junto a los fantasmas de un pasado que atormentan al protagonista y la negación de un sentimiento llamado amor.

Según lo expuesto, la conexión entre literatura y clínica no es algo novedoso. Ninguna novela escapa a la tragedia de la vida.

En las consultas de los psicólogos, psicoanalistas, médicos y demás profesionales que se ocupan del cuerpo y la mente, el dolor circula. Pero también transita el amor y el desamor, los conflictos internos, los rencores, las pasiones sublimadas, los ideales frustrados y los deseos reprimidos. Signos capaces de provocar síntomas. Todo esto que anda por los consultorios también puede recorrer las páginas de un libro (lo hemos visto). Algunos síntomas son muy novelescos. La novela de la vida no es más que un relato literario convertido en ficción.

Y como ficción tiene sus propias leyes que se manifiestan en la trama. La sucesión de giros que anudan y desanudan esa trama y una característica importante que no existe en la vida real del paciente: el objetivo de entretener al lector. A lo que sumamos un final feliz, por lo menos en la novela romántica debe haberlo.

COR CON NR

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2 comentarios en «Literatura y Psicología»

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